Carta para ti y para mi, con Amor a Munich

Creo que soñé contigo. O quizá soñé conmigo, con quien fui aquí.

Desperté con el corazón apretado y la voz entrecortada. No me había sentido así en semanas. Me levanté con esa mezcla de nostalgia y ternura que a veces llega sin explicación. Con ganas de recorrer tus calles otra vez, de respirar tu ritmo, tu calma, tu energía. Pero, sobre todo, con ganas de reencontrarme. Con esa versión de mí que quedó entre tus tranvías, tus inviernos, tus atardeceres. El que aprendía, el que se buscaba, el que crecía en lo cotidiano.

Sé que todo ha cambiado. Tú sigues aquí, pero yo fui quien se fue. Y aunque llevo muchas cosas conmigo, también dejé otras atrás. A veces pienso en cómo me fui, en lo rápido que pasa todo. En que no siempre hay despedidas claras, ni palabras que alcancen. Algunas cosas simplemente se terminan… y siguen latiendo en la memoria.

Múnich, tú guardas fragmentos de mis días. De mis rutas favoritas, de mis silencios más largos. Guardas momentos pequeños que, al pensarlos, me devuelven algo de mí. No porque no quiera volver, sino porque al recordarte, me entiendo mejor.

Hoy te dejo ir. Y me dejo ir también. A la versión de mí que ahora mira hacia otro lado, con los pies más firmes, con la mirada un poco más abierta. Sin aferrarme, sin olvidar.

Deseo que sigas siendo hogar para quienes lleguen después. Y me deseo a mí lo mismo:seguir encontrando hogar donde decida estar.

A veces me gustaría que las cosas no se sintieran tan lejos… Y sí, hay días en los que la nostalgia me alcanza, como una ráfaga suave, que no lastima, pero me sacude.

Desde esta ciudad que me abrazó y me desafió, que me vio cambiar sin darme cuenta, y que sigue apareciendo en mi recuerdo como una fotografía en movimiento,

Con amor, Para ti. Y para mí.